miércoles, 24 de octubre de 2007

Fuerza


···
Sabina jugaba con los brazos de Franz en la cama de uno de los muchos hoteles donde hacían el amor:
—Es increíble —dijo— que tengas esos músculos.
Franz se alegró por el elogio. Se levantó de la cama, cogió una pesada silla de roble por la parte de abajo de la pata, junto al suelo, y la levantó lentamente.
—No tienes que tener miedo de nada —dijo—, yo podría defenderte en cualquier situación. Antes participaba en competiciones de judo.
Consiguió levantar el brazo con la pesada silla por encima de la cabeza y Sabina dijo:
—Es agradable ver lo fuerte que eres.
Pero para sus adentros añadió lo siguiente: Franz es fuerte, pero su fuerza se dirige sólo hacia fuera. Con respecto a las personas con las que vive, a las que quiere, es débil. La debilidad de Franz se llama bondad. Franz nunca podría darle órdenes a Sabina. No le ordenaría, como en otros tiempos hizo Tomás, que coloque un espejo en el suelo y ande encima de él desnuda. No es que le falte sensualidad, pero le falta fuerza para mandar. Hay cosas que sólo pueden hacerse con violencia. El amor físico es impensable sin violencia.

Sabina miraba a Franz que caminaba por la habitación con la silla levantada, aquello le parecía grotesco y la llenaba de una extraña tristeza.
Franz dejó la silla en el suelo y se sentó en ella mirando a Sabina.
—No es que no me agrade ser fuerte —dijo—, pero ¿para qué necesito estos músculos en Ginebra? Los llevo como un adorno. Como unas plumas de pavo real. En la vida me he peleado con nadie.

Sabina continuó con su meditación melancólica: ¿Y si tuviera un hombre que le diera órdenes? ¿Alguien que quisiera ser su amo? ¿Cuánto tiempo iba a aguantarlo? ¡Ni siquiera cinco minutos! De lo cual se deduce que no hay hombre que le vaya bien. Ni fuerte ni débil. Dijo:
—¿Y por qué no utilizas nunca tu fuerza contra mí?
—Porque amar significa renunciar a la fuerza —dijo Franz con suavidad.

Sabina se dio cuenta de dos cosas: en primer lugar, de que aquella frase era hermosa y cierta. En segundo lugar, de que, al pronunciarla, Franz quedaba descalificado para su vida erótica.
...
La insoportable levedad del ser
Milan Kundera


7 comentarios:

Anónimo dijo...

La fuerza, unida a la atracción más animal, más primitiva
y a la vez más poderosa. Y el amor, la característica más
humana, la que te hace mas vulnerable, la menos natural.
¿Acaso puede haber un vínculo que una estos dos mundos tan contrarios?

Poderoso y profundo relato. Y una música idónea, que te
introduce en un estado de meditación y tranquilidad.

Si duda es un blog que cada vez me gusta más.Y sé que
aún me seguirá sorprendiendo.

Elios dijo...

Yo siempre he pensado que fue una locura asociar sexo y amor...

Xagutxo dijo...

Muy bueno... y la obra muy acertada... la verdad es que la melodía ta va introduciendo en el relato...
Saludos gatunos...

luegotelodigo dijo...

Yo pasaba por aquí...
Un saludo.
(Nearfield) ;-)

gonzalvo dijo...

Gracias por la visita y por el comentario.

Un saludo

P.D: Un texto muy bien escogido el de este post.

Anónimo dijo...

Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.

Miguel de Cervantes Saavedra

Buenisimo blog, un saludo de para eelioss del que tantos buenos recuerdos guardo de noches y conversaciones de mi infancia

Anónimo dijo...

te das cuenta cuando lo ves escrito...

no queremos ni lo que nos protege, ni lo que nos intimida...solo queremos lo que no tenemos en ese momento, quiza esto ocurra hasta que encuentras lo que hace tanto tiempo buscabas, y no sabias.

cuando esto pasa, es increible, creedme :)

(perdona: no hablado de deseo, amor o sexo. enfocado a mi manera tambien es precioso)

malaguitasworld*