Este verano, la verdad, se está presentando muy otoñal.
Ni la temperatura, ni el ambiente, ni siquiera las noches son noches de verano. He pisado la playa, pero el agua estaba fría... y al atardecer el sol destelleaba un rojo demasiado sospechoso. Es como si una conspiración secreta quisiera disfrazar inútilmente un otoño interior con sombrillas de playa y helados.
Siempre me apetece escribir en el blog en otoño, me parece la estación más apropiada, y sin embargo aquí estoy, en pleno Julio, soltando estas locuras por la tecla.
Para colmo, este Juliotoño me suena todo a gramola. A todo le encuentro el viejo ruido arenoso del vinilo. Como si todos los sonidos veraniegos caminasen por senderos de hojas secas y llegasen a mis oídos completamente otoñales... No es buena fecha para dejar caer las hojas, pero parece ser que no tengo elección.
Estoy pensando, por otro lado, que quizá mi ritmo interno se adelantó este año una estación completa, porque la primavera me pareció alegremente veraniega, y el invierno me pareció más bien de una belleza primaveral...
Qué cosas.
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